50 AÑOS
DE OTAN
SE BUSCAN ENEMIGOS
Texto: Elena F. Vispo
El 4 de abril la OTAN
celebraba su cumpleaños en medio de una crisis que se le fue de las manos. La Alianza
Atlántica, sin el enemigo que la vio nacer, busca ahora su razón de ser en Kosovo.
Hace cincuenta años la Guerra Fría era la gran preocupación de los gobiernos.
Era una guerra tanto ideológica como logística: la democracia se enfrentaba al
socialismo, pero en el trasfondo se hallaban los misiles rusos apuntando a América, y
viceversa. La amenaza soviética impulsó a los países democráticos a agrupar fuerzas
ante el enemigo común, y nació la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la
OTAN.
Desde entonces la URSS y Estados Unidos, con la OTAN detrás, se mantuvieron en un tira y
afloja que desembocó, en 1989, en la caída del Muro del Berlín. Esto supuso para los
soviéticos la pérdida de su liderazgo, dejando a Estados Unidos el campo libre para
afianzar su influencia. Con la caída del Muro la OTAN cumplía su primer y gran objetivo
de acabar con las hostilidades. Y lo hacía, rizando el rizo, sin necesidad de disparar un
sólo tiro. El gran logro de la Alianza fueron cuarenta años de guerra diplomática sin
muertos reconocidos.
Con esto se abrían nuevos horizontes para los aliados. Solucionado el problema del
enemigo, ¿para qué mantener la OTAN? Esta es la pregunta que los aliados llevan diez
años intentando contestar, y que ha centrado las conversaciones en la reciente Cumbre de
Washington.
La
definición del nuevo "concepto estratégico" (que es la manera de denominar los
objetivos) viene de la mano de tres puntos. En primer lugar está la resolución de
conflictos internos en zonas cercanas al territorio aliado. Es el caso de Kosovo, donde la
Otan ha encontrado su talón de Aquiles. El nuevo modelo de guerras del siglo XXI parece
ser un cúmulo de pequeños conflictos locales. Se trata, como en el caso de Yugoslavia,
de problemas pospuestos y nunca resueltos que resurgen una y otra vez. Además de
Yugoslavia están Chechenia, Eslovenia, Croacia, Macedonia, Albania... las ex-repúblicas
soviéticas son un polvorín. Tras la cumbre de Washington la Alianza se reserva el
derecho a intervenir sin el permiso de la ONU, matando dos pájaros de un tiro. Por un
lado evitan que las fronteras europeas cambien fuera de su control; y por otro se
reservan, con EEUU a la cabeza, el papel de "salvadores del mundo", los
guardianes de ese Nuevo Orden Mundial del que ya se empezó a hablar en la Guerra del
Golfo.
Otro de los ámbitos de actuación que se perfilan para la Alianza es
la lucha contra el terrorismo y la amenaza integrista. El integrismo de los países
cercanos a Asia es peligroso en la medida en que son mercados en expansión, poseen
importantes pozos de petróleo, y son puntos de tránsito para gran parte del petróleo y
el gas que abastecen Europa. Lo que para ellos puede ser una guerra santa, para los
países aliados es una cuestión de supervivencia económica.
En otra frontera, al integrismo cada vez más violento de los países mediterráneos se
une la creciente avalancha de inmigrantes que asalta las costas. Con este motivo se creó
Eurofor, una fuerza militar de intervención rápida para la que se unen Francia, Italia,
Portugal y España. Las líneas de actuación de Eurofor no están todavía claras, ya que
de momento no funciona por cuestiones diplomáticas, pero el aumento de refugiados
políticos y económicos del Sur parece obligar a una acción a corto plazo.
Con estos tres apartados, la OTAN parece dispuesta a encontrar una
justificación que le permita seguir viva muchos años más, y lo ha conseguido sin atarse
las manos. En palabras de Javier Solana, se trata de "defender la seguridad y los
valores democráticos dentro y fuera de sus fronteras". Es decir, de hacer lo que les
parezca conveniente donde les parezca conveniente. En cualquier caso, parece que todos
quieren formar parte de esta nueva Alianza. El pasado marzo entraron como miembros de
pleno derecho Polonia, Hungría y la República Checa, tres países ex-comunistas. Son la
avanzadilla: Eslovenia, Albania, Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia esperan su turno ante la
oposición frontal de Rusia, que ve como sus antiguos territorios se pasan al otro lado.
Esta lista de espera es la mejor muestra del creciente poder de la OTAN: cada vez más
países quieren estar en la lista de "los que cuentan". Ante este panorama la
Alianza se las promete felices, aunque quizá la guerra en Kosovo le sirva como cura de
humildad.
Feliz cumpleaños
La guerra en Kosovo ha enturbiado la conmemoración de los 50 años de la OTAN. El
4 de abril, día oficial del cumpleaños, lo que se presentaba como una celebración por
todo lo alto tuvo que ser cambiado sobre la marcha. La cena de gala se convirtió en una
cena de trabajo; los asistentes no necesitaron el esmoquin y se perdieron el concierto de
Celine Dion y Barbra Streisand, que se suspendió junto a la exhibición de los aviones
aliados en vuelo rasante y otros actos programados.
El gran tema de la Cumbre fue evidentemente Kosovo, la demostración de que la OTAN
tiene mucho que decir en la política mundial. Con el recuerdo reciente de la Guerra del
Golfo, donde las imágenes de los bombardeos parecían inocentes y hermosos fuegos
artificiales, los portavoces de los países aliados lanzaron la idea de una guerra limpia,
sin muertos, que consistía más en asustar a Milosevic que en una ofensiva propiamente
dicha. El error de apreciación fue tal que se produjo el efecto contrario: Milosevic
plantó cara a la Alianza, mientras los bombardeos aceleraban la limpieza étnica. Muchas
voces, incluso dentro de la propia OTAN o el Pentágono, han denuciado que ya se advirtió
de la inutilidad de los ataques aéreos, mientras el fantasma de Vietnam plana sobre la
decisión acerca de los ataques terrestres. La OTAN ha abierto el debate sobre sus
objetivos para el nuevo siglo, y lo ha hecho en tiempo real, en el campo de batalla. |