"La
política cultural española conoció solamente una época dorada, que fue durante la
permanencia de Semprún como ministro de cultura".
"Nunca existió en España el deseo de
considerar el arte y la creación literaria como un oficio digno".
"El Papa es un anciano senil, un anciano
que realmente ya no sabe lo que hace".
"No hay nada más opuesto a ser joven que
ser prudente en términos sociales. El aceptar esa prudencia impide la conquista del
mundo".
"Ese es el único papel del intelectual:
una pulga en la oreja del Estado". |
|
A través de la literatura, el escritor chileno
Luis Sepúlveda, afincado en Gijón, quiere hacer realidad su viejo sueño de arquitecto y
construir un puente con la palabra entre America y Europa, en donde el Atlantico no sea ya
motivo de separación.
-Mucho tiempo vagando por el
mundo, ¿verdad?
-Si, he estado varios años en un exilio itinerante por diferentes países de
América y Europa. Me decidí por Gijón cuando tuve la necesidad de tener un entorno que
sintiera realmente mío y al cual yo también me sintiera ligado. No hubo una bienvenida
formal o espectacular, sino una bienvenida sincera: "A partir de este momento sois de
acá"
-Organizar el Segundo Salón del Libro Iberoamericano de Gijón
supuso hacer realidad un sueño.
-El reto primordial era demostrar que era posible que la literatura
iberoamericana tuviera un espacio propio, que no puede ser en ninguno de nuestros países
por problemas culturales. Hemos demostrado que era posible tener un espacio en donde
mostrar nuestro quehacer editorial y nuestra literatura sin inhibiciones y sin complejos,
donde era posible establecer un gran diálogo con nuestros padres españoles para crear el
concepto de la iberoamericanidad.
Estamos generando un sentimiento de justa valía de nuestro trabajo, sobre todo, estamos
terminando con el odioso tópico de que las literaturas del tercer mundo necesariamente
tienen que ser anecdóticas y en ningún caso pueden tocar temas de produndidad.
-Da la sensación de que los escritores españoles están
escondidos y no se implican en las cuestiones sociales.
-Yo no comparto mucho la opinión de que estén escondidos. Me llevo muy bien con
una veintena o más, de colegas escritores españoles de primera línea y todos ellos
están muy presentes a través de la manifestación de su opinión en la prensa, que son
opiniones de izquierda. En España, de la gente que realmente tiene lectores y ha
trascendido las fronteras nacionales, son muy pocos los que se mantienen con esa actitud
cómoda del escritor o del intelectual en su torre de marfil, o haciendo declaraciones tan
estúpidas como las que suele hacer Camilo José Cela.
Los españoles han y hemos entendido que el compromiso es una palabra muy complicada,
molesta y simple, porque te comprometes y descomprometes con igual facilidad con lo
coyuntural, y en cambio, es mucho más difícil, más noble y más digno mantener una
postura ética contra viento y marea. En ese sentido, los escritores españoles, por lo
menos los que yo conozco y con los cuales me llevo bien, son terriblemente críticos con
el poder. Ese es el único papel del intelectual: una pulga en la oreja del Estado.
-Aquí en España ¿crees que los jóvenes valores de la
literaatura están suficientemente apoyados?
-Yo creo que desde el punto de vista estatal la política cultural española
conoció solamente una época dorada, que fue durante la permanencia de Semprún como
ministro de cultura. Ahí se abrieron muchísimas puertas que luego fueron inmediamente
medio cerradas. Es tan digno ser escritor como ser médico o fontanero, pero nunca
existió en España el deseo de considerar el arte y la creación literaria como un oficio
digno que se puede ejercitar en la vida. |