Habla de ciencia, de política, de sociedad, de música...
Salta de un tema a otro con facilidad, argumenta sus razones con una seguridad risueña.
No en vano es capaz de reirse de sí mismo y de lo que se le ponga por delante. Es Jorge
Wagensberg, el director del Museo de la Ciencia de Barcelona. Un museo que, como él,
rompe tópicos.
"Es
mucho más fácil explicar un pedazo de ciencia que hacer disfrutar de un cuarteto de
Beethoven a un consumidor de Julio Iglesias".
"Procuramos utilizar los cinco
sentidos al máximo. Menos el sabor, porque todavía no hemos encontrado la manera de que
se pueda lamer una exposición, todo lo demás procuramos que esté al alcance del
visitante".
"Nos iría muy bien aplicar el
método científico a la convivencia humana. Los políticos deberían usar el método de
la ciencia más que el método de la revelación".
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El señor Wagensberg vendrá enseguida", así que
me siento y espero. La habitación está vacía, a excepción de unos papeles sobre la
mesa. La vileda de la pared está llena de jeroglíficos, indescifrables para los legos:
bosquejos de un edificio, fórmulas matemáticas y un monigote con rizos comparten el
espacio bidimensional de la pizarra. En mi tercera dimensión aparece enseguida Jorge
Wagensberg. Pregunta si he encontrado el lugar sin problemas. Más o menos: las obras para
el nuevo museo han convertido el antiguo en un pequeño laberinto. Con un presupuesto que
supera los 2.500 millones, este nuevo museo pretende ponerse a la altura del siglo XX
manteniendo el carácter innovador de su predecesor. Se prevé la inauguración para el
año 2.001, pero nada que ver con el libro o la película. Pura coincidencia, una de las
pocas cosas que se le escapan a su director. Al estilo de los ilustrados de la vieja
escuela, este hombre es capaz de tratar cualquier tema.
-El lema del nuevo museo es "desde antes del átomo
hasta después del arte". ¿Qué quiere decir esto?
-Lo que queremos decir con esta frase es que el contenido del museo será
toda la naturaleza. Uno de los aspectos en los que el museo ha sido pionero fue salir del
mundo de la física y entrar en el de la biología, incluso en el de los seres
inteligentes y de la actitud social. Y haciendo participar al visitante. Nuestra
hipótesis de trabajo es que es tan difícil comunicar la ciencia como hacerla.
-En este museo uno se siente un poco como Santo Tomás, que
no se cree las cosas hasta que no las toca.
-Claro, antes hablábamos de la vitrina. La vitrina sólo deja pasar la
vista, y en realidad protege al objeto del visitante y viceversa. Nosotros procuramos
utilizar los cinco sentidos al máximo. Menos el sabor, porque todavía no hemos
encontrado la manera de que se pueda lamer una exposición, todo lo demás procuramos que
esté al alcance del visitante.
-Usted ha dicho: "Estoy dispuesto a explicar a
cualquiera los fundamentos de la física cuántica en media hora". ¿No es un poco
arriesgado?
-Esto no es un farol, es un intento de deshacer un enorme malentendido que
consiste en decir que la ciencia es la más difícil de todas las formas de conocimiento.
Yo estoy convencido de que es todo lo contrario.
-Usted no tiene mucho que ver con la imagen del científico
típico.
-Bueno, es que hay varios estereotipos. Por un lado está el científico
malo, el Doctor No de James Bond, y luego está el científico bonachón que todo lo hace
para el bien de la humanidad; ése tampoco existe. El científico de verdad se mueve por
curiosidad.
-¿Y cómo son los científicos españoles?
-El nivel medio de la ciencia en España es altísimo, cada vez más. El
científico español es un gran científico, pero eso no se llega a traducir en la
historia de la ciencia.
-¿Hasta qué punto la ciencia rige la vida?
-Yo no creo que haya que dar a los científicos el poder del mundo, pero lo
que nos iría muy bien es aplicar el método científico a la convivencia humana.
-¿Cómo se introducirían esos elementos científicos?
-Habría que introducir por ejemplo objetividad: un político corrupto no
distingue entre el dinero público y el suyo. Los dictadores se caracterizan porque se van
aislando de la sociedad. Otro principio de la ciencia es la inteligibilidad, es decir,
explicar las cosas: yo por ejemplo todavía no entiendo bien qué es el dinero, o qué es
un país rico. ¿Qué es un país rico? ¿Un país que está sobre una montaña de oro?
¿Un país cuyos hombres trabajan mucho?... En fin, y sobre todo dialéctica, que las
consecuencias de las decisiones corrijan las decisiones.
-¿Cuánto nos queda por saber?
-Eso es infinito. Sabemos poquísimo pero no hay nada más interesante que
adquirir cada día aunque sea un gramo de conocimiento. En eso no hay problema de paro ni
para un intelectual ni para un científico.
-Por aquello de que el conocimiento es poder.
-Claro, por eso cuando el ser humano va con malas intenciones en el poder lo
que hace es sustraerlo a los demás. Si a uno le dicen "no hace falta que pienses en
esto, porque gente más inteligente hace muchos siglos que lo ha hecho por ti",
están intentando sustraerte el conocimiento y la manera de tenerlo. De esto hay que huir
como de la peste. Una persona con esto claro no estará nunca en una secta ni quemará su
vida al servicio de una causa grande, que es un poco lo mismo. Uno siempre tiene derecho a
revisar su propia verdad, por muy importante que sea el autor de la verdad vigente.
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