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Plantas alteradas con genes vegetales o animales se cuelan en nuestra dieta. El mundo se moviliza contra los alimentos transgénicos. Mientras, España se convierte en campo de pruebas para estos cultivos. " Azúcar, harina de trigo, grasa vegetal parcialmente hidrogenada, almidón de maíz modificado genéticamente, dextrosa, lactosuero, limón en polvo, emulgente, huevo en polvo, gasificantes, aroma y colorantes". Esta es la composición que figura en unas galletas que se comercializan en España y que están alteradas genéticamente. Para saber que está usted consumiendo un producto que contiene vegetal transgénico, debe adquirir la sana costumbre de leer en el etiquetado, aunque la actual normativa europea sólo obliga a etiquetar un 10% de los productos alimenticios que tienen algún componente transgénico.Pero los legos en la materia nos preguntamos qué es en realidad un alimento alterado genéticamente y de dónde procede la polémica que le acompaña allá donde vaya. Los científicos utilizan en agricultura los últimos avances genéticos, introduciendo en la planta elegida un gen con el que no tiene relación alguna y que le aporta una determinada característica. De esta manera se añaden a las tomateras genes antiheladas procedentes de la platija de invierno, para que la planta se vuelva más resistente a las bajas temperaturas. Pero el cóctel resulta más escalofriante si sabemos que "se ha introducido material genético procedente de pollos y de la polilla de la seda en patatas, con el fin de dotarlas de resistencia a enfermedades bacterianas", tal como indica la doctora Ricarda A. Steinbrecher en la revista Gaia. Maíz, arroz, trigo, patatas, soja, girasol, colza oleaginosa, tomates y algodón son algunos de los cultivos alterados genéticamente. Entre sus cualidades están una mayor resistencia a los herbicidas y a las plagas, o generar ciertas toxinas que matan al insecto que coma sus hojas. Los posibles riesgos que puedan darse en humanos aún están por ver, y de ahí proviene la dudosa fama que se han ganado. Campos de pruebas Estos
temas de genética a la sociedad española les suenan a experimentos sacados de Expediente
X que jamás llegarán a sus platos. Nos asombraría saber que España es el primer país
europeo importador de maíz modificado genéticamente y el segundo de colza. Aquí se
desarrollan doscientos experimentos que no tienen apoyo en otro lugar de Europa, y nuestro
gobierno ha autorizado la mayor extensión cultivable de la Unión Europea, 20.000
hectáreas. La permisibilidad española está atrayendo como las moscas al panal, a
grandes compañías agroquímicas multinacionales de todo el mundo hacia nuestros campos:
de las 138 pruebas notificadas por España a la CE en marzo de este año, sólo 20
corresponden a Universidades o instituciones de investigación pública, el resto se
reparten entre las grandes compañías multinacionales del sector, con Monsanto a la
cabeza. Mientras que Francia, Italia, Grecia, Reino Unido, Austria y Luxemburgo se acogen
a la Directiva Europea y toman medidas cautelares, en España prevalece el oscurantismo
informativo y la falta de control sobre los cultivos. Gregorio Álvaro -¿Qué peligros reales y probados conlleva el consumir
alimentos que contienen vegetales transgénicos? -¿Por qué en España no se toman cartas en el asunto como
sucede en Francia y el resto de Europa? Más información en la página de internet de Ecologistas en Acción: www.nodo50.org/ecologistas |
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