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Ramón H. de Larramendi

Foto: Ramón H. de Larramendi


LA CONQUISTA DEL MITO
EL POLO NORTE

Texto: José M. López.

Huele a leyenda, sabe a aventura... porque el Polo Norte es, por definición, la epopeya de todos los grandes exploradores. Por eso es mucho más que el lugar donde todas las direcciones son Sur, el punto donde se juntan todos los meridianos, o el sitio por donde pasa el eje de la tierra. El Polo Norte es el mito.

Recientemente una expedición española conseguía llegar a ese emblemático lugar alrededor del cual giran el sol y las estrellas septentrionales. El grupo estaba formado por militares de la Escuela Militar de Montaña de Jaca y por el equipo de TVE de Al Filo de lo Imposible. Según palabras de Sebastián Alvaro, director de Al Filo, "ésta era la aventura más deseada por nuestro equipo desde hacía mucho tiempo". No es de extrañar por tanto que necesitaran dos años para pensar en ella, y otros dos para prepararla.
El representante de Al Filo que participó en la expedición fue Ramón Hernando de Larramendi, para muchos, el mayor especialista del Polo que hay en España. A él le pertenece la hazaña de completar la expedición polar más larga de la historia, al recorrer los 14.000 kilómetros que separan Groenlandia de Alaska en trineo de perros y en Kayak, durante más de tres años.
Ahora, y como un niño ilusionado por las tierras del confín del mundo, nos relata esta última aventura. Y al hacerlo, uno no puede evitar soñar con los mundos helados que antaño recorrieron Peary, Scott o Amudsen.Ramón H. de Larramendi

"Empezamos la expedición en el Artico Siberiano y montamos el campamento base en Khatanga. Un poco más al norte comenzamos la travesía, era 27 de febrero y teníamos por delante 930 ó 940 km. en línea recta hasta el Polo. La ruta la hicimos tres militares de Jaca y yo, aunque uno de ellos fue sustituido por un compañero en medio de la marcha, ya que tuvo problemas. A los dieciocho días tuvimos la alegría de recibir nuestro primer avituallamiento aéreo, y antes de llegar al Polo aún tendríamos otro más. En cuanto a la expedición, la primera parte fue la más desmoralizante, porque recorríamos distancias muy cortas a costa de un esfuerzo terrible. Los trineos que pesaban casi cien kilos, nos agotaban. Yo además era el que tenía que filmar, y a veces era imposible. Después de dos meses de mucho esfuerzo, conseguimos llegar. Era un 28 de abril y al final, debido a que el terreno estaba tan accidentado, calculamos que habíamos recorrido unos 1150 ó 1200 km. reales".

-Después de tantas expediciones en el Artico, ¿Cómo has vivido esta última?.
-Ha sido una expedición especialmente dura porque el terreno era muy difícil. Discurrimos por la banquisa del océano Artico, una superficie de hielo que está a la deriva, flotando sobre el océano, y que parece estar viva. Oyes ruidos del hielo que se está formando, se abren grietas mientras tú estás encima, de noche a lo mejor derivas ocho kilómetros, que al día siguiente tienes que recuperar... Es un terreno muy complicado, lleno de obstáculos que tardas en franquear. Muchas veces incluso teníamos que volver hacia atrás para rodearlos y poder continuar, y eso te come la moral, te desespera ver que realmente no avanzas. El esfuerzo fue durísimo y cada día estábamos más cansados, con más fatiga.

-¿Cómo eran vuestras jornadas sobre el hielo?
- La travesía era una rutina implacable. Empezábamos por la mañana desayunando y desmontando la tienda de campaña. Luego caminábamos entre 7 y 9 horas, y a cada hora parábamos para comer y beber porque el esfuerzo y el frío eran enormes. Debido al desgaste teníamos que comer unas 7200 calorías al día, prácticamente el triple de lo que se come en una vida normal. Aún así todos adelgazamos, yo en concreto ocho kilos. Por último, al llegar la noche montábamos simplemente la tienda y dormíamos. Todos los días era igual.Ramón H. de Larramendi

 -¿Vivisteis momentos de peligro?
-El mayor riesgo de esta expedición era caer al agua. Primero porque nos podíamos ahogar, ya que llevábamos mucho peso; y segundo porque al salir y estar mojados, como había 50 grados bajo cero, si no reaccionábamos bien podíamos morir de frío, de hipotermia. Teníamos que montar la tienda y encender dentro el hornillo para calentarla, después la persona se metía dentro y se desnudaba, y así recuperaba el calor.

-En tu anterior Expedición Circumpolar, tuviste la oportunidad de integrarte en la vida de los esquimales, ¿te sirve aquella experiencia para tus actuales expediciones?
-Yo aprendí mucho de los esquimales. Primero como personas y luego para desenvolverte en el Artico, porque su filosofía es totalmente diferente a la nuestra. En nuestra expedición al Polo sufrimos el Artico y padecimos el Artico para llegar a un objetivo. Y esto es completamente distinto a la idea esquimal.
En la vida esquimal se viaja por el Artico sufriendo lo menos posible, y te encuentras allí como en tu casa, porque sólo como en tu casa puedes vivir un año entero sobre el hielo como viven ellos. El hielo tiene que ser tu hogar, no tu enemigo. Ellos me ayudaron mucho a conocer el Artico. Parece una masa blanca sin más, pero es un mundo. Una persona podría vivir una vida entera y seguir aprendiendo cosas del Artico. Es un universo en sí mismo.
 

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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