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TRADUCTOR POLITICO

FERNANDO JAUREGUI
Texto: Mariló Hidalgo - Fotos: F. Muñiz

Fernando Jauregui

Su cara nos resulta familiar de cuando presentaba noticias en televisión, y su voz de las tertulias en emisoras varias. Defensor de la independencia informativa, ahora combina su trabajo en la ONCE con sus libros y tertulias radiofónicas. Acaba de pasarse a Radio Nacional, donde asegura que "nunca nadie me ha coartado lo más mínimo. Digo lo que me da la gana".

Descubrir los entresijos de la política y traducirlos al lenguaje llano es su misión.

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Con el bolígrafo en la mano, dispuesto a firmar ejemplares de su libro Aznarmanía, coescrito junto a Pilar Cernuda, contesta entre firma y firma preguntas sobre el tema que domina: la política nacional.

- ¿No es un poco arriesgado abordar temas sobre hechos tan recientes de la historia de España, y además hacerlo desde un prisma objetivo?
- Es arriesgado, sobre todo en Madrid, donde la profesión está dividida a muerte y donde la actualidad política pasa por el periodismo, por las empresas periodísticas. Hay capítulos especialmente arriesgados, como el dedicado a las guerras de las plataformas digitales.

- ¿Y cómo se sobrevive en esa jungla?
- Pues difícilmente. Se sobrevive por ejemplo escribiendo libros con Pilar Cernuda. Nuestros libros no los hubiéramos podido elaborar por separado ninguno de los dos, porque ni Pilar ni yo tenemos el respaldo de una gran empresa, de ningún gran holding periodístico; no tenemos nada más que unas cuantas colaboraciones y el andar por ahí, apoyándonos el uno en el otro. Se sobrevive con mucha paciencia, con mucha voluntad y renunciando a muchas cosas, como a ganar más dinero o a sentirte más seguro.

- Los que manejáis información política tenéis acceso a muchos personajes, a importantes y trascendentales datos y luego de todo ello sólo publicáis una parte. ¿Todas las verdades, toda la información a la que tenéis acceso es publicable?
- Es que las verdades a veces cambian, porque no hay verdades inmutables. Yo creo que todas las verdades son publicables pero no todas las verdades son inmutables. Hace unos años a Pilar y a mí un personaje muy íntegro, al que admiramos mucho, nos contó unas cosas terribles sobre el Rey. Yo me quedé tan desolado que nada más levantarme de la mesa decidí dejar el periodismo. Le dije a Pilar que sentía dos partes claramente opuestas dentro de mí. Por un lado, como español consideraba que no se podían publicar esas cosas -ya que de alguna manera eran desestabilizadoras-, por otro lado como periodista, entendía que no podían dejar de publicarse. Aquello fue muy fuerte para mí. Entonces los dos decidimos investigar todo el asunto hasta el fondo, comprobar qué había de verdad en todo aquello de que el Rey era un corrupto. Al final vimos que aquella información no era cierta. Por tanto no hay que precipitarse a difundir como inmutables las verdades que a lo mejor son mutables. Y luego también están aquellas otras cosas sobre las que tampoco puedes hablar. Si yo ahora mismo me enterase de que existe una negociación entre el gobierno y ETA, y yo creyese o me dijesen que publicar eso iba en detrimento de conseguir la paz, sinceramente no lo publicaría. Y de hecho no hemos publicado algunas cosas que hemos sabido en relación con la lucha contra el terrorismo.

- Hazme una valoración de la calidad de información que en estos momentos recibe el público en general.
- Yo no generalizaría. Hay programas de televisión que son una basura y desinforman, hay tertulias radiofónicas donde lo único que se pretende es influir al público y no informarle, y hay periódicos que sólo pretenden arrimar el ascua a su sardina. Y en eso también debo decir que hay informativos de televisión muy serios, tertulianos y tertulias muy serias, con vocación de informar. Una vez dicho esto, yo creo que los periódicos de mayor tirada y mayor influencia, -sobre todo en los últimos meses, en los que ha predominado esta guerra de las plataformas digitales, que era una guerra empresarial total en la que se movía mucho dinero-, han fallado en su misión fundamental que es la de servir con objetividad a los intereses de los ciudadanos. Y eso me preocupa mucho, porque hay muchos periodistas prestigiosos y prestigiados que se han dejado muchas plumas en esta guerra.

- Recientemente Pedro Ruíz nos comentaba que es imposible hoy por hoy en Madrid publicar algo en contra del capital que te paga, que todos los medios de comunicación pertenecen a algún capital y que por lo tanto el periodismo independiente era cada vez más difícil.
- Tengo que coincidir con eso. A las muchas limitaciones que tiene ya el periodismo -y no me refiero a la falta de libertad de expresión, que no la hay- se unen también limitaciones empresariales de cada uno, teniendo en cuenta que a veces el empresario también puede ser el Gobierno.

- ¿Qué tareas tiene aún pendientes este Gobierno?, ¿en qué no se ha pronunciado todavía?
- Creo que la gran tarea pendiente es profundizar en las libertades. Hemos asistido a ese espectáculo bochornoso, cuando se dijo que no se criticase al Fiscal General porque eso era falta grave; o a Pujol después de verse con Aznar diciendo que no tocaba contestar a los periodistas, y se quedan tan frescos. Creo que los políticos no tienen todavía claro que están ahí porque nosotros los hemos puesto, porque nosotros les pagamos y para servir al poder popular, no para que los ciudadanos les sirvan a ellos. Yo creo que ese es un déficit importante que no viene de ahora: es tradicional. Eso procede de Isabel y Fernando. Y luego está la marcha del proceso autonómico, que creo que va mal. No se puede establecer una diferencia nacional de quince autonomías, más otras dos. Hay que reequilibrar ese poder, el poder de los gobiernos autonómicos con respecto al poder central. Quizá haya que emprender una reforma de la Constitución en algunos aspectos, modernizar la normativa electoral, o algunas leyes penales, o la Ley de Enjuiciamiento Criminal... Hay muchísimas cosas que se pueden hacer para convertir este país, que no va mal. Económicamente vamos hacia Europa, somos capaces de converger incluso mejor que otros países que teóricamente estaban en muchas mejores condiciones, pero yo creo que no se puede estar todo el día pensando en la economía o en la macroeconomía si no se piensa en la microeconomía que es el bienestar de cada uno de los ciudadanos.

- ¿Realmente "España va bien" o es un estado ficticio?
- Hay una conciencia colectiva de que va bien, lo que pasa es que quizá no va tan bien como nos quieren hacer creer. Ya he señalado algunos déficits, sin embargo tenemos una oportunidad histórica en este 1998 de ponernos en el sitio que nos corresponde. A pesar de que no hay demasiado sentido del estado en España, que es uno de los grandes déficits que tenemos como pueblo, existe una cierta sensación colectiva de que a lo mejor si corremos un poco cogemos el tren. Desde ese punto de vista yo creo que es lo que ha facilitado el caldo de cultivo del triunfo de esa frase de "España va bien".

- En uno de tus libros hablabas sobre la influencia del OPUS en la etapa de la Transición española, ¿qué influencia tiene el OPUS en el actual Gobierno?
- Yo creo que mucho menos de lo que dicen. Este es un gobierno de la derecha y, por tanto, es mucho más sensible a la influencia de una corriente religiosa que otros, eso es evidente. Ahora bien, el hecho de que se hayan nombrado a algunas personas del OPUS no quiere decir que éste tenga una influencia determinante.
A Aznar nadie le puede discutir al menos un mérito, que es haber sabido pacificar la hasta ahora indómita derecha española. ¿Eso tiene que ver con el OPUS en concreto? Pues también tiene que ver con el OPUS en concreto. También te diré que soy de los que creen que el OPUS en el pasado fue otra cosa y que ahora no actúa como un grupo de presión, sino como una congregación religiosa cuyos postulados nos gustarán más o menos. A mí, personalmente, no me gustan.

- Después de bucear tanto tiempo en todo lo que es la vida política, ¿crees que existen políticos íntegros?
- Por supuesto que lo creo, muchísimos. Ahora mismo te puedo citar dos docenas, entre ellos el propio Aznar, Joaquín Almunia, Joaquín Solana... Creo que en general los políticos españoles son íntegros, lo que pasa es que en un clima de cultura del pelotazo, de cultura de enriquecimiento rápido, se relajaron los controles democráticos, que fue uno de los fallos mayores que cometieron los socialistas, y afloró lo peor que tiene la sociedad.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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