Belleza de bote |
Belleza de bote
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![]() Total, que nadie está a gusto con lo suyo. El el mulato quiere ser blanquito. El lechoso sólo piensa en tostarse. La mujer de tetas grandes las desearía pequeñas; pero si son pequeñas suspirará por tenerlas grandes. Las occidentales no quieren labios finos, sino africanos. Las africanas no quieren una nariz ancha, sino fina. Las orientales no quieren ojos rasgados, sino occidentales. Hay alisadores para cabellos rizados y encrespadores para melenas lisas. Lentillas azules para ojos verdes. Y un ejército de cirujanos esperando con los cuchillos afilados a cualquiera que decida poner fin a su descontento existencial operándose el culo. Qué metáfora de la vida más acertada, sí señor. De lo que se deduce: si el personal tuviera a bien solucionar sus vacíos particulares la economía mundial se vendría abajo. Se hundiría la industria cosmética en bloque, la medicina plástica, la farmacia y la parafarmacia, el mercadeo de la moda, el negocio de las revistas bobas, los bífidus, el omega-3 y la madre que parió a todos los desnatados de la industria alimentaria pija de los países ricos. Nos íbamos a reír entonces de las crisis de las hipotecas americanas y las constructoras españolas. Por eso se promociona la belleza de bote con la promesa de que un cambio de color de pelo nos hará sentirnos mejor esta temporada otoño-invierno. Es un hecho demostrado que cuanto más hastiado de sí mismo está el personal, más gasta en cremas reparadoras y en liposucciones. Dicho esto, al menos tengamos la decencia de no señalar con el dedo a los indús que quieren tener una piel nórdica. El problema, pobres, es que no se aclaran. Igualito que nosotros. Ni más, ni menos.
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