Escrito por Xavier Caño
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12/09/13 |
En el supermercado donde compro, a menudo coincido en la cola para pagar con personas mayores, pensionistas. Con frecuencia he visto como una anciana hurga en el monedero para completar la cantidad que le indica la cajera por su modesta compra; a veces, la mujer no tiene las monedas que esperaba y, suspirando, indica a la cajera que deje alguno de los alimentos que ha comprado para que le alcance el dinero. No es un cuento ni hecho excepcional.
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