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Levántate
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![]() En esos momentos de lo que se está pendiente es que el niño aprenda a caminar, todos los esfuerzos se centran en darle seguridad, ánimo, apoyo y consuelo cuando se cae. Pero nadie interpreta las caídas como fracasos, sino como algo que forma parte del proceso de aprendizaje. Si somos capaces de vivir este momento, incluso de ver su belleza y positividad, ¿por qué no somos igualmente conscientes de que la vida es un constante aprendizaje y que para aprender hay que caer pero sobre todo levantarse? Tal vez la respuesta sea muy sencilla: hemos olvidado que somos niños aprendiendo en la gran escuela que es la vida. Da igual la edad que tengamos porque lo más importante de la vida es aprender. En una lectura superficial podríamos decir que cuando de niños nos caemos buscamos apoyos para levantarnos. Buscamos los brazos cariñosos de la madre, o la mesa o cualquier otro medio que sirva para el fin. Eso es así sólo en parte, porque en realidad lo que hace que nos levantemos es nuestra necesidad de caminar que aunque no sea consciente sí es real. Los niños no aprenden a caminar porque se les enseñe, los niños caminan por instinto, porque es algo que forma parte de nuestra herencia genética desde que los hombres se levantaron y aprendieron a caminar erguidos, es decir, a dos patas. Entonces, ¿por qué cuando nos “caemos” en la vida cotidiana no acudimos a nuestro interior, no acudimos a la necesidad de levantarnos? Sencillamente porque hemos olvidado que la auténtica fuerza no está fuera, sino dentro. Buscamos apoyos fuera pero no lo hacemos como el niño, no lo hacemos con confianza, con humildad, sabiendo que aunque te tiendan una mano para ayudarte la responsabilidad de levantarte es sólo tuya. Hemos asfixiado uno de los instintos más básicos del hombre: la necesidad. No sé cuando pudo ocurrir, pero estoy convencida de que en algún momento de la evolución humana se cambió el programa de aprendizaje, tal vez por eso y sólo por eso en estos momentos es imprescindible que nos enfrentemos a una reprogramación.Hay un proverbio chino que dice “si caes siete veces, levántate ocho”. Me gusta mucho este proverbio porque es absolutamente sencillo, lógico, pero sobre todo porque deja en evidencia lo único que es realmente importante: levantarse. Tenemos que, como se hace en el ordenador, eliminar los ficheros dañados, aquellos que nos conducen a una forma de vida superficial, cuyos valores están basados en tener, tener más dinero que los demás, tener más categoría que los demás, tener más poder que los demás, ficheros que tienen el virus de la comparación y por tanto, como lógicamente sucede, siempre habrá alguien por encima de uno, y siempre, como consecuencia, uno se sentirá menos que los demás. Tenemos que eliminar los ficheros del egoísmo, del egocentrismo, del protagonismo, sencillamente porque dañan nuestro sistema operativo, un sistema operativo creado en un lenguaje binario en el que existe, por una parte, la conciencia de la unidad, la conciencia de que formamos parte de un todo, de un cuerpo, y que lo único que tenemos que hacer es ser parte activa, constructora, positiva y defensora del bien común, de todas aquellas cosas que nos hacen crecer como especie, que nos proyectan y nos impulsan a nuevos estados de conciencia. Y por otro, de la comprensión de que todo está dentro, dentro de cada uno de nosotros, las respuestas a las preguntas, las soluciones a los problemas, los valores que nos sustentan, los sueños, las metas, todo está dentro y sólo desde dentro se puede vivir. Hay un proverbio chino que dice “si caes siete veces, levántate ocho”. Me gusta mucho este proverbio porque es absolutamente sencillo, lógico, pero sobre todo porque deja en evidencia lo único que es realmente importante: levantarse. Sí, levantarse de una caída indica, en primer lugar, que te has caído, y si te has caído, indica que estás en movimiento, y si estás en movimiento significa que eres unas persona que está viva y que aún no ha aprendido la lección. Si te levantas puedes volver a darte una oportunidad de vencer la situación. El problema está en que realmente muy pocas personas se levantan de sus caídas, prefieren vivir lamentándose de si mismas, prefieren compadecerse o echar las culpas de su caída a los demás. Para levantarse hay que ser humilde, reconocer los errores y tener muchas, pero que muchas ganas de superarse, de cambiar, de ver la vida como una apasionante aventura que pone a prueba tu capacidad para aprender, para romper esquemas, para probar nuevas posibilidades, tu capacidad de sacrificarte, de anteponer a los demás a ti mismo, y en definitiva, para que saques de tu interior todo lo que posees. Como dice el manual del superviviente: “La primera regla de la supervivencia es creer que todo es posible”. Cree en ti. Levántate. Δ
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