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Obscenidad y vida
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![]() Está clarísimo que la decisión de Hanne Dahl de amamantar a su bebé en el Parlamento ha sido una reivindicación y también un mensaje político y cultural en un entorno donde la mayoría de madres apenas amamantan unos días y donde hacerlo en público sigue siendo considerado de mal gusto (lo que también ocurre en España). Esta europarlamentaria, de 38 años, es profesora universitaria y pertenece al Grupo Independencia y Democracia, uno de los minoritarios de la Eurocámara. Ha vivido en Singapur, Malasia e Indonesia y es una defensora radical de la democracia en Europa. Mediante este acto natural pero insólito, el de dar el pecho en su trabajo como parlamentaria, Hanne Dahl ha querido poner de manifiesto la deshumanización del sistema, ya que el reglamento de la Eurocámara no permite que las mujeres se puedan acoger a la baja por maternidad y tampoco que puedan delegar su voto. Por lo que la mayoría de eurodiputadas opta por no asistir a los plenos cuando dan a luz, aunque este hecho reste un voto a sus partidos y, en algunos casos, signifique no cobrar a fin de mes. 'Debemos preguntarnos hasta qué punto está enferma nuestra sociedad occidental que se escandaliza de contemplar el hecho más natural y hermoso del mundo, el de una madre amamantando a su bebé recién nacido, que es el símbolo de la transmisión de la vida'Si bien la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad del Parlamento Europeo está abriendo el debate sobre el tema todavía no existen propuestas concretas al respecto. Sin duda, la singular protesta de Hanne Dahn ha conseguido llamar la atención sobre la dificultad a la que se enfrentan las mujeres de hoy para conciliar la vida laboral con la vida profesional, aunque no han faltado voces críticas que la han tachado de ‘demagoga’ y ‘exhibicionista’. Sin embargo, hay algo más. Debemos preguntarnos hasta qué punto está enferma nuestra sociedad occidental que se escandaliza de contemplar el hecho más natural y hermoso del mundo, el de una madre amamantando a su bebé recién nacido, que es el símbolo de la transmisión de la vida. ¿Cómo puede alguien sentirse incómodo o considerarlo un espectáculo obsceno? Si restituimos a la vida al lugar de valor supremo y sagrado que le corresponde veremos que lo verdaderamente obsceno es lo que la destruye: la guerra, las minas antipersona, los muertos de las pateras de cada día, la masacre de focas a palos para desollarlas vivas y la denigración del cuerpo de la mujer, entre otras cosas. Ojalá que el ejemplo de Hanne Dahl se haga costumbre y que podamos ver en el futuro, como algo habitual, a muchas mujeres jóvenes participando en las decisiones importantes de sus comunidades y defendiendo los valores de la naturaleza mientras dan de mamar a sus hijos pequeños.Δ
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