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La heroína del Titanic
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![]() En la lucha por la supervivencia se produjeron casos de salvaje egoísmo y también otros de extremo heroísmo, conforme a la variada condición humana. De entre esos personajes surgidos de la bruma del desastre, destaca uno, Margaret "Molly" Brown, llamada desde entonces "la insumergible Molly Brown". ¿Quién era Molly? Hija de pobres inmigrantes irlandeses, los Tobin, Molly protagonizó una vida novelesca y fuera de lo común. Casada con su amado J.J. (James Joseph Brown), un pobre ingeniero de minas ve cómo de un día para el otro y gracias a un yacimiento de plata, se convierte en multimillonario. A partir de entonces, Molly dedicó todos sus esfuerzos a la lucha por los derechos de la mujer, convirtiéndose en una conocida y aguerrida sufragista. También fue socia fundadora del Club de la Mujer de Denver, cuya misión era mejorar la vida de las mujeres a través de la educación continuada y la filantropía, entre otras actividades. Molly era una viajera incansable y en 1901 fue una de las primeras mujeres en matricularse en el Instituto Carnegie de Nueva York, lo que la introdujo en el mundo de las artes y en el fluido manejo de los idiomas francés, alemán y ruso. Molly cuando embarcó en el Titanic en Cherburgo, la noche del 10 de abril de 1912, tenía 44 años y viajaba con sus amigos, el matrimonio Astor. La noche del desastre, se encontraba leyendo tranquilamente en su camarote. Al oír el estruendo del choque con el iceberg, subió rápidamente a cubierta, se colocó el salvavidas y ayudó a otros a hacer lo propio. Lejos de amilanarse, Molly Brown colaboró en el embarque de mujeres y niños dentro de los botes, decidiendo que, si no había lugar para ella, se salvaría nadando. Alguien la obligó a embarcar y su bote se alejó lentamente del barco siniestrado. Cuando el Titanic se hundió, en una escena impresionante, sobrevino el silencio y la calma, sólo alterados por las llamadas de auxilio de los que se debatían en medio del océano donde flotaban enormes trozos de hielo. Cuando el Titanic se hundió, en una escena impresionante, sobrevino el silencio y la calma, sólo alterados por las llamadas de auxilio de los que se debatían en medio del océano donde flotaban enormes trozos de hielo. Molly decidió que debían volver a recogerlos pero el contramaestre Hichens, al mando del bote, se opuso, aterrado ante la posibilidad de que el bote se hundiera por exceso de peso. Mantuvieron una agria discusión que Molly zanjó al empuñar firmemente los remos del bote y ordenar a otras mujeres que hicieran lo mismo. Recogieron a unos pocos náufragos antes de que murieran víctimas de la hipotermia y continuaron su viaje trágico y silencioso hasta que, con las primeras luces del amanecer, fueron rescatados por el buque Carpathia. Molly, para entonces, había compartido hasta sus medias con otras mujeres y las había mantenido calientes a todas obligándolas a remar por turnos. Una vez a bordo, la incansable Molly no se detuvo: ayudó a organizar los socorros, distribuyó mantas y jarros con té hirviendo, hizo de intérprete para las aterrorizadas mujeres inmigrantes que lo habían perdido todo, hasta sus maridos. Feminista radical, Molly proclamó ante quien quisiera oírla que lo de "mujeres y niños primero" le parecía trágicamente inmoral: "Las mujeres pedimos derechos iguales en tierra... ¿Por qué no en el mar?". Aún cuando el Carpathia atracó en Nueva York, Molly permaneció a bordo protegiendo a las desamparadas inmigrantes y, para socorrerlas, realizó entre los pasajeros acaudalados una colecta que alcanzó los 10.000 dólares (una fortuna para la época). Su fama como valerosa superviviente del Titanic la acompañó toda la vida, contribuyendo a que lograra promover los temas por los que ella había estado luchando: los derechos de los trabajadores y las mujeres, la educación y alfabetización de todos los niños, la preservación histórica de la valentía y caballerosidad demostrada por los hombres que iban a bordo del Titanic. Durante la Primera Guerra Mundial, Molly se presentó como candidata al Senado de los EE.UU. y trabajó arduamente para reconstruir vastas áreas de la Francia devastada, por lo que fue condecorada con la Legión de Honor. Después de una incursión como actriz casi al final de su vida, Molly Brown falleció a los 65 años de un tumor cerebral en 1932. En su último acto de caridad, legó una suma de dinero para que los niños de los mineros pobres de Leadville, Colorado, recibieran como regalo de Navidad mitones y botas para luchar contra el frío. Para el resto de nosotros, el nombre y el ejemplo de Molly estarán para siempre unidos al recuerdo del Titanic, ese símbolo que llevamos ya impreso en el inconsciente colectivo como emblema del orgullo, la ostentosidad y la soberbia humanas, y también, del coraje y la tragedia. Δ
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