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Tenemos 351 lectores conectadosLa repulsión de la santidad |
La repulsión de la santidad
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Hemos asistido a un festival de dopaje global, de ese dopaje que convierte a las neuronas en instrumentos involuntarios para transformar el libre pensamiento en fanatismo, incapaz de discernir el bien del mal, lo auténtico del montaje hábilmente dirigido para ocultar bajo la euforia fetichista una realidad sangrante, decrépita, agonizante y pervertida de los que se denominan representantes de Dios. Además, las prisas por llenar las vitrinas del Vaticano con mas iconos santificados reflejan claramente la necesidad de reconvertir una situación que agoniza en un alarde de falsa espiritualidad y de masificación de fieles convencidos todavía, y eso si que es un milagro, de que todo ello tiene que ver con el verdadero Dios, o sea, ese al que Jesús llama cariñosamente AB-BA. Y no hablemos del sentido absurdo y trasnochado, en pleno siglo XXI, del concepto santidad. ¿Qué es un santo? ¿Para qué sirve?...¿A quién favorece?. Desde luego a los necesitados del mundo no. Vivimos tiempos impresionantes donde los tentáculos de la maldad, encarnados en los poderes que gobiernan y manejan los hilos en el planeta, manifiestan con más saña que nunca su desprecio por la humanidad, por los necesitados, por los preferidos de Jesús. Vivimos tiempos donde las palabras justicia, respeto, fraternidad, derechos humanos, libertad, etc. están siendo pisoteadas y reducidas a escombros por los poderosos, unificados todos ellos por una enfermiza obsesión por el poder. Y en todo ello, el Vaticano y sus inquilinos navegan plácidamente entre su retórica light y el mantenimiento de su parcela de poder, todo ello a cambio de vender su alma al diablo, o lo que es lo mismo, al "dios" que adoran y obedecen. ¿Para qué sirven sus "santos" a los perseguidos por una justicia corrompida, por unos políticos comprados, por unos empresarios que engordan sus arcas condenando a los ciudadanos al hambre y a la humillación? ¿Es de auténticos cristianos tanto derroche en unos actos que nadie sabe para qué sirven cuando la pobreza, la miseria, se está convirtiendo en la mayor enfermedad planetaria? Resulta también penoso contemplar a los líderes mundiales validar con su asistencia semejante orgía de fetichismo y besar la mano de aquellos que pertenecen al Estado más dictatorial de la historia de la humanidad, un Estado que no cumple ninguna normativa mundial, que se consideran por encima del bien y del mal, que encierra secretos que de ser conocidos por la opinión mundial muchos fervorosos creyentes se cortarían las venas. En la pomposa ceremonia de tan magno día de "santificación", no estaban los pobres del mundo, ni los que sufren por las injusticias, ni los enfermos que carecen de medicinas, ni los que dejan sus vidas y sus ilusiones en las fronteras huyendo de la crueldad y de la muerte de sus gobiernos. Estaban, eso sí, los poderosos del mundo, felices por que su "dios" estaba contento con el espectáculo, le agradaba lo que allí se hacía, porque al fin y al cabo tenía que ver con sus planes para la humanidad. También estaban los que representaban a la masa drogada, adormecida, ciega y sorda a la realidad que se vivía y a su significado. Y también ellos eran del agrado de su "dios". Pero tampoco estaba Jesús. Y no estaba porque allí estaban los mismos que le habían crucificado y que volverían a hacerlo hoy en día, porque su mensaje de amor e igualdad les sigue estorbando. Y los que creen ver verdad y espiritualidad en actos como ese, deberían preguntarse quién y por qué mató a Jesús, porque Jesús, entre otras cosas, vino a negar al "dios" que ayer fue honrado en el Vaticano y a afirmar a Su Padre, al verdadero Creador del Hombre, al Dios del Amor y de la Justicia Universal, la que ahora está siendo abolida en nuestro país, como un paso más para desmontar todos los derechos y libertades de los vivos y de los muertos. Todo lo que ayer brilló con luz mortecina en torno al montaje de "elevar" a los altares a dos Papas que, a años vista, no encontramos que hayan aportado ningún beneficio a la humanidad, es para los que asistimos día a día a lo que está ocurriendo en la realidad cotidiana, con la degradación de todo aquello que tenga que ver con el sentido profundo de los derechos humanos, un plan urdido para intentar recuperar credibilidad y, sobre todo, para tapar toda la inmundicia, toda la mentira, y la caída en picado del mayor montaje de la historia de la humanidad, como es la Iglesia. Ellos saben que su tiempo se acaba, y al igual que los faraones eran enterrados con sus familias y servidores cercanos, ellos pretenden prorrogar su oscura existencia rodeados de incondicionales que no tienen valor para quitarse la venda de los ojos y para hacerse una sencilla pregunta... ¿Qué pensaría Jesús de todo este show? ¿Volvería a entrar en el templo y expulsarlos a todos a latigazos? Aunque tal vez más difícil que hacerse la pregunta sería aceptar la respuesta. Seguro que muchos de los poderosos que ayer besaban la mano de los "dioses" y se emocionaban ante la emotividad del momento son los que menos valor tienen para mirar de frente la realidad. Pero la realidad ya es otra. Los últimos serán los primeros. Los tiempos están abiertos. Quien tenga ojos que vea. Δ
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Comentarios
Cordial saludo.
Pilar.
Para acceder a mi blog lo más cómodo es, en Google, escribir Javier Elzo blog.
Con hasta pena y aun mayor incomprensión
Javier Elzo
Estimado Javier:
Encantada de volver a saludarte después de tanto tiempo aunque no sea bajo las circunstancias más deseables por lo que nos comentas. Recibimos tu carta donde nos manifiestas tu 'pesar' por la crítica que -por razones de espacio- acabas de publicar ampliamente en tu blog sobre nuestro último editorial y que nos invitas a leer.
Agradezco la confianza y la sinceridad de tus palabras, por ello me gustaría corresponder en la misma medida. En todos estos años, cada editorial que publicamos en Fusión, expresa lo que nosotros pensamos, nuestro posicionamiento con cada uno de los temas que abordamos. Es un espacio de opinión donde con libertad, y sobre todo con respeto, aportamos otra visión distinta de lo que acontece en nuestro entorno.
En el caso de 'La repulsión de la santidad' hemos puesto en voz alta lo que mucha gente piensa incluso desde dentro de la Iglesia (teólogos, cristianos de base, religiosos críticos) y con eso se puede estar de acuerdo o no. Pero está ahí.
La beatificación fue un lamentable espectáculo de hipocresía, de mentira, de lujos y derroche. Fue una operación de marketing de ese Estado Vaticano que alberga a la élite católica rodeada de lujo, por encima del bien y del mal y alejada de los pobres. Fue una decisión política muy estudiada, que entre sus muchos objetivos pretendía revitalizar a una Iglesia con una imagen por los suelos, acusada de pederastia, homofobia, situada al lado del poder y los dictadores y alejada del mensaje de Jesús-Cristo, al que dicen seguir. Dios es demasiado grande para un resultado como el que hemos visto. Está claro que hablamos de dioses diferentes.
Te conocemos hace años -colaboraste con nosotros en varias ocasiones- y te confieso que nos ha sorprendido tu grado de indignación aunque por supuesto lo respetamos. Por nuestra parte, vamos a seguir luchando y trabajando por lo que creemos, en éstas y otras líneas, expresándonos en libertad e invitando a los demás a que lo hagan. Nadie está obligado a leer nuestra revista, cada uno selecciona lo que más le aporta. Lo malo sería no poder elegir.
Un abrazo.
Mariló Hidalgo
Directora Revista FUSION.
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