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Tenemos 198 lectores conectados¡El Gran Circo de la Democracia! |
¡El Gran Circo de la Democracia!
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Si es Ud. español o española, y mayor de edad, aunque eso tampoco importa mucho, podrá Ud. no sólo admirar nuestro espectáculo, sino incluso participar de él. Sólo es cuestión de tener mucha jeta, morro o similar, y podrá montarse su propio espectáculo. Pasen y vean, señoras y señores, pasen y vean. Nuestro espectáculo abarca desde chorizos de poca monta, que se mueven y operan en ayuntamientos más bien cutres, hasta ministros respetables e intocables que, después de finalizado su espectáculo y retirados de escena, siguen cobrando de las arcas del Circo, que a su vez se nutren de la pasta de sus espectadores, o sea, votantes. Por eso es importante que entren y participen, señoras y señores, porque así el Gran Circo podrá continuar indefinidamente sorprendiéndonos cada día con nuevos y apasionantes espectáculos. Si alguna vez Uds. se preguntaron para qué vale su voto, su participación, observen y verán la rentabilidad que se puede sacar de tan poca cosa. En el Gran Circo podrá ver a individuos incultos y medio analfabetos prosperar y llegar a lo más alto de la escala social, y lo harán de la noche a la mañana gracias a sus “artes”, a su carencia absoluta de escrúpulos y a sus amiguetes en la cúpula. Y verán como en su corto pero próspero periplo por la cúspide social, se codean con toda la fauna del Gran Circo, son admirados, envidiados y perseguidos por los medios de comunicación que se alimentan de desechos humanos, para luego servirlos en bandeja de plata a los ávidos comensales, que no son otros que los tipos como Uds. que piensan que si han votado tienen derecho a recibir toda la mierda que se elabora en la cocina del Gran Circo. Pero también podrá observar a los payasos, esos personajes siempre dispuestos a hacernos reír con sus “gracias”, con sus comentarios fuera de tono y del más elemental sentido común, con su estupidez manifiesta y subida de tono. Son los “fuera de lugar” en todos los partidos políticos y en todos los corrillos donde se necesite un bufón. A veces alguno llega a los más altos cargos del Gran Circo, y durante un tiempo convierte lo que debería ser una gestión responsable y de trascendencia social en un puro chiste. Normalmente él no se entera, porque su coeficiente de inteligencia no da para tanto, pero los afectados por sus “gracias” sí que se enteran. Y siempre hay quien lo paga caro. Pero no pasa nada, el Gran Circo lo absorbe todo, lo fagocita todo, todo vale. Y se preguntarán si no hay espectáculos más serios, como el que tiene por protagonista a la justicia. Pues sí, también tenemos de eso. Podrán ver a jueces que funcionan por ideologías partidistas, que comparten sus aficiones con políticos, empresarios y gente afín, quienes en prevención de que un día su espectáculo se vaya al traste, van ganando poco a poco la confianza de quien luego juzgará sus despropósitos. Y además funciona. Vaya si funciona. También existen, cómo no, jueces que se preocupan porque la justicia funcione, porque sea justa, vamos. Pero su espectáculo tiene problemas derivados de la mala publicidad. No gusta mucho. No encaja en la filosofía de vida del Gran Circo. Por eso son vapuleados por unos y por otros. Se les considera bichos raros, incluso nocivos para el conjunto. Porque de lo que se trata es de que la justicia en el Gran Circo sea un numerito de ficción, algo que exista pero que no trascienda ni afecte al mecanismo general. Por eso, es más fácil que se cebe en Ud, un intrascendente votante, que en aquel por quien Ud, votó, porque este último forma parte del engranaje del Gran Circo, que no podría funcionar sin sus actores principales. Pasen y vean, señores y señoras, pasen y vean. El gran espectáculo del Circo de la Democracia se renueva cada día, se alimenta de sí mismo, se abastece de su propio absurdo. Los personajes son de ficción, pero Ud. no se dará ni cuenta porque parecen reales. Sabrá que son de ficción porque fuera de su número no le dicen nada, es más, son vulgares, simples, anodinos. Pero cuando están en pleno espectáculo son unos estupendos actores. Interpretan tan bien su papel de demócratas que acaban convenciendo a los votantes, sí, a Uds., de que creen en la democracia, que lo dan todo por ella. Pero si se fijan bien verán que debajo de la máscara se oculta otra cara, otra intención. Pero ése es el encanto del Gran Circo, parecer lo que no se es y ser lo que no se aparenta ser. Es sólo cuestión de práctica. Además, todo el mundo lo sabe y todo el mundo lo consiente, porque qué sería la vida sin el Circo. Sería aburridísima. Además, el Gran Circo reserva para momentos especiales, más o menos cada cuatro años, la posibilidad de cumplir el sueño de los votantes, y éste es compartir la calle, compartir unos instantes de éxtasis místico con la presencia cercana de los ídolos, de los dioses del espectáculo, quienes haciendo un esfuerzo sobrehumano, bajan de sus pedestales, abandonan la gloria por un tiempo, y se mezclan con el público para tocarlos, para embriagarlos, para prometerles más espectáculo, para pedirles que voten hasta la extenuación para así poder ellos seguir ofreciéndoles lo que tanto les gusta, lo que con tanta pasión aplauden, sus más exquisitas mentiras y manipulaciones. En verdad que el Gran Circo es maravilloso, señoras y señores. En verdad que no sabríamos vivir sin él. Es nuestra razón de ser y existir. ¿Que si tenemos fauna salvaje? Pues más o menos. En el Gran Circo tenemos fauna de todo tipo, pero más bien es del tipo alimaña, ¿Comprenden? Sí, carroñeros y cosas así. Despojos del reino animal que se disfrazan de humanos para saciar sus más bajos instintos. La mayoría pasan desapercibidos en medio de todo el espectáculo, pero acaban sucumbiendo a la orgía que montan los vencedores y son los primeros en caer. Eso sí, saciados de poder y, a veces, de sangre. Son los parias del reino animal. Pero ello no es obstáculo para que pasen, vean y participen. Quién sabe, a lo mejor alguno de Uds. puede llegar a montar su propio espectáculo y despertar el interés de las masas. La mayoría de los dioses surgieron de la masa. No crean que se necesita mucho, las masas, por definición, suelen ser bastante simples, bastante fáciles de convencer. Sólo tiene que convertirse Uds. en lo que ellos aspiran a ser, es decir, un chorizo trepador que de la noche a la mañana se forra a costa del Gran Circo. Seguro que le envidiarán por ello. Se convertirán Uds. en objeto de culto. Eso sí, si cometen un fallo, toda la envidia popular se convierte en ira. Así que sepan hacer bien las cosas y triunfarán en el Gran Circo de la Democracia. Y, señoras y señores, las puertas del Gran Circo permanecen abiertas permanentemente, porque no tenemos competencia, nadie tiene nada mejor que ofrecer. Es lo que hay, guste o no. ¿Que se podrían cambiar muchas cosas? Seguro que sí, pero no se lo van a permitir, porque entonces ya no sería el Gran Circo, sería otra cosa. Y habría que cambiar las bases, los actores, el decorado, las normas. En fin, un follón. Imposible. Pero... ¿Saben una cosa? El Gran Circo tiene un punto débil, depende de sus votos. Con sus votos los que manejan el cotarro tienen carta blanca para hacer lo que les dé la gana. Y bien que lo hacen. No les digo más. Uds. mismos. Al fin y al cabo, esos actores que parecen dioses son de carne y hueso, como Uds. El Gran Circo de la Democracia depende de Uds. No lo olviden. Δ
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