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Hacia la telepatía sintética
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![]() Desde la década de los 60, científicos e ingenieros trabajan en el desarrollo de dispositivos que puedan traducir las ondas cerebrales, en órdenes concretas que pueda ejecutar un ordenador. Sería similar a lo que hacen la televisión o la radio con las ondas que reciben: traducirlas en forma de imágenes y sonido. Estos dispositivos en definitiva, traducen ondas cerebrales, es decir, decodifican pensamientos. Y es ahora, tras años de investigación y desarrollo, cuando esta nueva tecnología empieza a ser viable tanto tecnológica como comercialmente. En febrero de 2008, la empresa Emotiv Systems presentó el primer dispositivo del mercado que permitía el control de un ordenador por el pensamiento, para poder utilizarse en videojuegos. Se trata de un casco -no muy diferente a los auriculares que usamos para escuchar música- que registra las ondas mentales y las traduce en acciones concretas para el ordenador. Por ejemplo, cada vez que queremos mover una figura de nuestra pantalla, según sea a la derecha, izquierda, arriba o abajo, se activará un área de nuestro cerebro diferente y se emitirá una onda electromagnética específica para cada opción. Esa onda es la que identifica el casco, que traduce al ordenador para que mueva la figura en cuestión. Y todo, sin la necesidad de usar más que nuestro propio pensamiento. Aún así, quienes han jugado ya con este novedoso dispositivo -que se llama Epoc y se vende en Internet por 200 euros-, dicen que en un principio su uso no resulta sencillo y que requiere una gran concentración. Desde la década de los 60, científicos e ingenieros trabajan en el desarrollo de dispositivos que puedan traducir las ondas cerebrales, en órdenes concretas que pueda ejecutar un ordenador.Otra de las aplicaciones más prometedoras de esta tecnología es la del movimiento de prótesis sólo con la mente por personas con discapacidad. Ya se están probando con éxito dispositivos que permiten realizar llamadas telefónicas o mover prótesis sin necesidad de utilizar ni un solo músculo. Es el caso del interfaz cerebro-máquina que ha desarrollado el investigador de la Universidad Británica de Portsmouth, Paul Gnanayutham. Su máquina además combina los sensores de las ondas cerebrales con otros que captan los impulsos eléctricos de los músculos y los movimientos de los ojos, para así hacer más completa la comunicación del paciente. Este terreno es muy prometedor, y en él trabajan decenas de equipos de investigación, varios de ellos en España. La aplicación más revolucionaria de los interfaces cerebro-máquina es sin embargo la que está llevando a cabo el ejército de los Estados Unidos. Se trata de la telepatía sintética o artificial, cuyas investigaciones se están desarrollando en la Universidad de California (UCI), en Irvine. En este caso, la interfaz entre el cerebro y el ordenador permite que las personas se comuniquen sólo con el pensamiento. Según el investigador Michael D’Zmura, presidente del Departamento de Ciencias Cognitivas de la UCI, todavía queda mucho camino por recorrer hasta que este nuevo dispositivo se pueda comercializar, pero una vez se logre, sus aplicaciones superarán con mucho el terreno militar. En un principio, la comunicación se basaría en un pequeño grupo de palabras, pero con el tiempo el avance de esta tecnología permitiría un alto grado de comunicación, dice el responsable de este proyecto. Este sistema podría llegar a convertirse en “una nueva forma de comunicación”. La investigación sobre el cerebro y la mente ha dado en estos últimos años un impulso sin precedentes. Y son muchos los que creen que al igual que el siglo XX nos trajo la revolución de la Física y de la Biología, el XXI traerá el de la mente. Pero con cada nuevo descubrimiento, con cada nueva investigación, surgen también nuevas preguntas: si lo que hacen los interfaces es en realidad traducir y amplificar nuestras ondas mentales, ¿podría nuestra mente, con un entrenamiento adecuado y sin la necesidad de máquinas, amplificar un pensamiento hasta límites ahora impensables? ¿Qué poder podría llegar a tener ese pensamiento? O, si cada uno de nuestros pensamientos genera señales electromagnéticas, por muy baja potencia que tengan, ¿cómo afectan a nuestro entorno y a otras personas? O también ¿podría nuestra mente llegar a captar y traducir las señales que emiten otras mentes sin necesitad de interfaces? Si fuera así, en vez del pequeño grupo de palabras que transmitiría la telepatía sintética, ¿qué podríamos comunicar con esa telepatía directa? Δ
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