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Las mentiras de la crisis
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Para esconder su mala gestión y pagar las fiestas con las que celebraron el “rescate”, hubo dinero. No se sabe de dónde salió tanto y en tales cantidades. Dónde estaba escondido. Qué cofres hubo que abrir para que corriesen por el mercado global semejante cantidad de millones. El caso es que a pesar de que todos pensábamos que no había, sí había, y cuando al sistema le llega el agua al cuello, los gobiernos sacan la billetera del bolsillo y pagan lo que haya que pagar. Todos los platos rotos, así, con naturalidad. Con una cantidad trescientas veces menor de lo que nos hemos gastado en esta crisis, se terminaría el hambre en el mundo. Así, sin plazos, sin Objetivos del Milenio ni todas esas pomposidades de los organismos internacionales. A golpe de talonario. Ya. Ahora, un grupo de países pide que se aplace la lucha contra el cambio climático. ¿Cuál es el argumento? Que no hay fondos. ¿En qué quedamos? ¿Tenemos que creernos que ahora no y antes sí, cuando antes nos dijeron que no y resultó que sí? Todo es mentira. “No hay dinero” es la frase que hemos oído siempre, cada vez que se pide cualquier tipo de acción que no va dirigida directamente a alimentar al mercado. Nunca hay dinero para desarrollar políticas sostenibles. No hay dinero para ayudas al desarrollo. Llevamos años en este país ratoneando un miserable 0,7% de colaboración, y cada décima de porcentaje conseguido se celebra como un éxito y se cacarea como un tremendo logro de la política solidaria del gobierno. Mentira. Luego escuchamos a las organizaciones civiles proclamar que se reducirán las ayudas, que será una catástrofe humanitaria, y que con una cantidad trescientas veces menor de lo que nos hemos gastado en esta crisis, se terminaría el hambre en el mundo. Así, sin plazos, sin Objetivos del Milenio ni todas esas pomposidades de los organismos internacionales. A golpe de talonario. Ya. Pero para algunas cosas nunca hay fondos. Siempre es mal momento. Para conceder créditos pequeños, mezquinos incluso, que facilitarían el despegue y la subsistencia de comunidades enteras, no hay dinero. Para ayuda humanitaria, no hay dinero. Para poner en marcha ya mismo un plan urgente para acabar con el hambre global, no hay dinero. Para vacunaciones masivas no hay dinero. Para investigación de enfermedades de países pobres, “poco rentables” para las farmacéuticas, no hay dinero. Para elaborar acciones urgentes, coordinadas y suficientes, no hay dinero ni tampoco tiempo, en las apretadas agendas de los dirigentes internacionales. Esas agendas que rápidamente se reorganizaron para, en cuestión de días, de horas incluso, tomar decisiones conjuntas y salvar un sistema financiero internacional gestionado por una panda de ladrones y, encima, incompetentes, a los que jamás se les pedirán responsabilidades. Podríamos proponer que los mil millones de famélicos que hay en el mundo aplacen su hambre hasta que haya fondos, que el cambio climático se aplace a sí mismo hasta que haya fondos, que el planeta entero se detenga hasta que las aguas vuelvan a su cauce, los banqueros regresen a sus asientos y, de nuevo, vuelva a no haber fondos. O sea, al estado normal. Pero qué asco de mundo.
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Comentarios
Yo alucino de verdad, cada vez esta mas claro,nos roban en la cara nos quitan soberanía, ya no importa lo que queramos.... tenemos una economía que si todo va bien se queda para llenarse los bolsillos y si va mal....desaparece, se volatiliza.
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