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Los archivos de la Iglesia y la Memoria Histórica
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Ya no es cosa del Gobierno, que como es rojo se saca una ley de la manga para remover el pasado, como dicen algunos. Ahora es un juez el que se remanga para hacer el trabajo de campo, desempolvando no sólo recuerdos o esqueletos, sino documentos. Y de eso la Iglesia tiene mucho. Si el juez aprieta las tuercas, la Iglesia podría echar mano de esos Acuerdos entre el Estado y el Vaticano, que regulan algunos aspectos jurídicos y que asegura la inviolabilidad de los archivos, registros y documentos pertenecientes a cualquier entidad eclesiástica. Cada vez que se toca el tema, Rajoy se sacude esa nostalgia de otros tiempos que solía acompañarlo a todos los actos, y se lanza a un discurso sobre la importancia de dejar atrás el pasado y volcarse en el futuro, que al fin y al cabo es lo que nos interesa a todos. Verdadero y falso. Verdadero es que el futuro interesa. Falso, también, porque no se puede pasar por alto tan alegremente que hay muchas, muchas personas en este país que andan incómodas por no saber si el padre y el abuelo están enterrados en la cuneta o en el olivar. De modo que futuro sí, pero no se puede esquivar la mala conciencia y quedarse tan tranquilo. Si hay que airear los fantasmas, cuanto antes mejor, sin entretenerse. Luego, sí, continuemos. Uno de los aspectos más sabrosos de esta decisión del juez Garzón, es que pide directamente a la Iglesia que abra las puertas de sus archivos. En concreto, solicita que se facilite el acceso de la Policía Judicial a los documentos de las parroquias. Y ahí empieza la guerra. De momento, la Coferencia Episcopal se lava las manos y le pasa la patata caliente a cada una de las iglesias en concreto, o en todo caso, a los obispos de las setenta diócesis españolas. Se ve que el asunto no les ha hecho gracia, y se ve claramente que no van a colaborar fácilmente, sin oponer esa resistencia amable pero férrea que se gastan los religiosos, con sonrisa beatífica incluida. Si la Conferencia Episcopal no tiene autoridad para ordenar la apertura de los archivos parroquiales, lo que quedará es ir lidiando, uno por uno, con los casi veinticuatro mil párrocos que hay en España, que se dice pronto. Como alguno se atrinchere, que se va a dar el caso –y seguro que es gallego, acuérdense de lo que digo- vaticino que van a tener que ir los geos para entrar en la vicaría. Y si el juez aprieta las tuercas, la Iglesia podría echar mano de esos Acuerdos entre el Estado y el Vaticano, que regulan algunos aspectos jurídicos y que asegura la inviolabilidad de los archivos, registros y documentos pertenecientes a cualquier entidad eclesiástica. De todas formas, dicen ellos que sólo guardan lo relacionado con la vida religiosa de sus fieles, una información de poco interés para el asunto que nos ocupa. Está bien. Ya que no hay datos comprometedores, suponemos que no les va a importar demasiado que un juez eche un vistazo. ¿No?
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Comentarios
Son más de cien mil las personas inocentes que murieron brutalmente asesinadas durante muchos años "después de acabada la guerra". Fueron los "ganadores", los mismos que sumieron a España en un pozo de ignominia, miseria, depresión económica y moral, los que actuaron como verdugos impunes en una maniobra genocida para anular cualquier pensamiento disidente con el régimen dictador instaurado tras la guerra.
Sirva esta actuación del juez Garzón para cerrar el ciclo y aclarar para siempre que sí hubo malos y buenos en esta historia.
Para que no se vuelva a repetir.
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